El
ser humano dispone de distintos mecanismos para regular la temperatura
corporal, conocidos como termorregulación. Cuando el clima alcanza
temperaturas muy extremas, tanto por frío como por calor, el mecanismo
termorregulador se ve superado y aparecen una serie de signos y síntomas
característicos. Esto ocurre fundamentalmente en niños, en ancianos y
en personas con alguna patología subyacente.
Los trastornos producidos por calor son el
resultado del fracaso de los mecanismos fisiológicos que mantienen la
temperatura corporal. La gravedad de estos trastornos va desde los leves
como los calambres, el agotamiento y el síncope, hasta la forma más
grave, que es el golpe de calor.
El golpe de calor aparece cuando el organismo
pierde el control de la temperatura corporal que sube por encima de los
40,5, provocando daño en las estructuras celulares y en el sistema
termorregulador, con un alto riesgo de mortalidad. El golpe de calor
puede o no asociarse al ejercicio. Es típico su diagnóstico en adultos
jóvenes y sanos que hacen ejercicio con temperaturas o humedades
ambientales superiores a las normales.
Se caracteriza por reducción o cese de la
sudoración, cefalea, mareo, confusión, taquicardia, piel caliente y
seca, inconsciencia y convulsiones. Los ancianos son más susceptibles de
padecer un suceso relacionado con el calor debido a los cambios
intrínsecos en su sistema regulatorio y a la interacción que provoca la
mayor toma de medicamentos.
Tu farmacéutico te recomienda las siguientes medidas preventivas:
1. Se debe aumentar la ingesta de
líquidos sin esperar a tener sed para mantener una hidratación
adecuada. Es útil ingerir soluciones isotónicas, es decir, soluciones de
rehidratación oral. Además, hay que evitar bebidas alcohólicas, muy
azucaradas o que contengan cafeína, ya que causan una mayor pérdida de
líquidos corporales.
2. Otra de las recomendaciones es evitar comidas
muy copiosas. Es aconsejable tomar abundantes frutas y verduras,
teniendo especial cuidado en su manipulación y limpieza para evitar
posibles trastornos digestivos que agravarían el problema.
3. Y por supuesto debemos evitar exponernos al sol
en exceso, especialmente en las horas centrales del día, permaneciendo
en espacios ventilados o acondicionados.
4. En cuanto a la actividad física, es aconsejable reducirla, y descansar con frecuencia a la sombra.
5. Además, usaremos ropa ligera y holgada,
preferentemente de fibras naturales y de colores claros, sombrero, gafas
y protectores solares para la piel, que protejan frente a los rayos
ultravioleta del tipo A y B y con un factor de protección mínimo de 15.
6. Por último debemos prestar especial atención a personas de riesgo, como son los niños, ancianos y enfermos.
El
farmacéutico, como profesional de la salud, puede ayudar tanto a las
personas sanas como a aquellos grupos que presentan mayor riesgo frente a
una ola de calor, realizando una serie de consejos que eviten el
desarrollo de cualquier patología provocada por el calor.
Si se
está en tratamiento con cierto tipo fármacos, el farmacéutico le
aconsejará, ya que podrían agravar los procesos provocados por el calor.
En estos casos conviene extremar las precauciones y consultar al
especialista. Por otra parte, algunas enfermedades pueden causar
deshidratación o influir en el centro termorregulador. En este sentido,
enfermedades agudas como diarrea, infecciones o quemaduras cutáneas, y
crónicas como hipertensión, enfermedades mentales, obesidad e
hipertensión, también requieren unas precauciones especiales a la hora
de prevenir el golpe de calor.
Esta infografía en muy ilustrativa: